Crónicas Felintásticas
Descubre un mundo de fantasía y ciencia ficción a través de cautivadores capítulos sobre gatos.
Capítulo 1: La Llamada del Viento Cuántico
Era una noche densa, cargada de presagios. Las nubes se retorcían sobre el cielo en patrones hipnóticos, como si estuvieran arrastradas por un extraño magnetismo invisible. En medio de la oscuridad, un resplandor púrpura rompió la monotonía del cielo: una grieta cuántica, la llaman algunos. Otros simplemente el "Umbral". Para la mayoría de los habitantes del vecindario, aquello fue solo un destello fugaz; sin embargo, para los cinco gatos que merodeaban en la casa de Mauro Z, aquel fenómeno sería el inicio de una travesía más allá de los límites de lo que concebían posible.
Simona, la mayor de la manada, estaba en el tejado cuando lo sintió. No solo fue el resplandor; era un viento cálido que parecía susurrar palabras extrañas. Su pelaje gris y esponjoso se erizó cuando el vórtice apareció en el aire, apenas unos metros por encima de ella. "No es de aquí", pensó, mientras sus ojos verdes, casi de un tono eléctrico, se fijaban en aquella anomalía.
Melina, la más sociable de todos, percibió el cambio desde la ventana de la cocina. Algo en el aire le resultaba magnético, un zumbido que le hablaba al oído. Mientras la grieta se abría, Melina parpadeó, sintiendo cómo el brillo púrpura envolvía su mente, llenándola de ideas extrañas, de conocimientos que no debería tener. Se sentía como si fuera parte de algo más grande. Abandonando la seguridad del interior, saltó ágilmente hacia el jardín.
Lena, la pequeña en tamaño pero inmensa en espíritu, observaba desde la distancia, atenta y desconfiada. Sus ojos grises escudriñaban el movimiento de sus hermanas. "Algo se nos avecina", murmuró para sí misma, con un tono de advertencia. No tardó mucho en sumarse al grupo; la intuición siempre había sido su brújula.
Luna, la cuarta en jerarquía, de pelaje blanco y negro, sintió un llamado distinto. No fue tanto el viento ni la luz, sino la vibración del suelo bajo sus patas. Un murmullo telúrico que reverberaba por sus patas, un eco que le hacía sentir que algo antiguo y misterioso estaba despertando. Su corazón se aceleró mientras se acercaba, cuidando siempre de no exponerse completamente.
Finalmente, Arturito, el único macho, el más joven, observaba a sus hermanas desde la sombra de un arbusto. A pesar de su tamaño y juventud, Arturito no carecía de valentía. No obstante, sus ojos se entrecerraron mientras trataba de analizar lo que sucedía. A diferencia de los demás, su mente trabajaba en patrones lógicos. Todo esto no podía ser coincidencia; había un patrón, un propósito, pero ¿cuál?
Los cinco gatos se congregaron bajo el resplandor púrpura. Había algo que todos percibían, un llamado inexplicable, un mandato que no podía ser ignorado. Sin palabras, sabían que el destino los había reunido allí por una razón. La grieta tembló, expandiéndose hasta crear una abertura suficiente para que un humano pasara, pero lo suficientemente aterradora como para que cualquier criatura pensara dos veces antes de cruzar.
Simona dio el primer paso, su naturaleza decidida la empujó hacia lo desconocido. Melina la siguió, incapaz de resistir la atracción de aquel llamado. Luna y Lena intercambiaron miradas, ambas conscientes de los riesgos, pero convencidas de que algo importante estaba por suceder. Arturito, por último, inhaló profundo, tratando de desentrañar algún indicio de lógica en aquello, antes de aventurarse tras sus hermanas.
El viento cuántico los envolvió, y entonces, todo cambió. No era simplemente un portal, era un umbral hacia algo más. Los colores se desvanecieron, y el mundo a su alrededor se distorsionó, como si sus cuerpos se hubieran fragmentado en millones de partículas, reorganizándose en otro plano. Sintieron un tirón en el vientre, una sensación de caída libre, y luego, silencio.
Cuando sus patas finalmente tocaron suelo, ya no estaban en el tejado de Mauro. Estaban en un lugar diferente, un vasto paisaje de metal y cristal, bajo un cielo dividido entre la noche y el día, como si dos realidades se solaparan en una única visión. En el horizonte se erguía una ciudad imposible, estructuras que flotaban, luces de un tono imposible, y un aire cargado de energía eléctrica.
Simona levantó la cabeza. Había algo en el aire, una vibración, un propósito. Este lugar no era simplemente una ciudad; era un campo de batalla, un laboratorio, un universo de posibilidades. Y ellos no estaban solos. Sombras serpenteaban entre las torres de cristal, formas que desafiaban cualquier lógica, entidades cuyo único propósito parecía estar envuelto en misterio.
"Bienvenidos al Umbral", resonó una voz profunda en sus mentes. Ninguno podía identificar su origen, pero todos la oyeron. "Fuisteis elegidos para restaurar el equilibrio".
Arturito entrecerró los ojos, tratando de analizar cada palabra. Restaurar el equilibrio. Eso significaba que algo estaba roto, algo que requería de ellos, una manada de gatos domésticos, para repararlo. Pero ¿cómo? ¿Por qué ellos? Lena, la más perceptiva, sintió el peso de una responsabilidad desconocida, mientras Melina, con su mente ahora más abierta que nunca, supo que este viaje no sería solo una aventura. Sería una travesía de transformación.
Y así, la manada fue convocada a su misión, una tarea que desbordaba la lógica y que rompía las fronteras de la ciencia conocida. El Umbral los había llamado para salvar algo mucho más grande que su hogar. En sus corazones, cada uno de los cinco sabía que, al final de este viaje, nada sería como lo habían conocido. Pero lo que no podían imaginar aún era la verdadera naturaleza del equilibrio que debían restaurar, ni el precio que habrían de pagar por ello.
El viaje del héroe había comenzado, pero no se trataba de uno solo, sino de cinco. Y la verdad oculta, aquella que nadie esperaría, se encontraba en lo que serían capaces de sacrificar para descubrir quiénes eran realmente.
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Los capítulos sobre gatos son fascinantes. La mezcla de fantasía y ciencia ficción me atrapó desde el principio. ¡Espero más historias como esta!
María López
★★★★★